miércoles, agosto 30, 2006

un dia vago

Me he dormido, si ayer era demasiado tarde cuando me acosté con la dulce sensación de haber estado hablando con él.
Hoy me ha despertado el teléfono, el chino con el que había quedado para ir a hacer trámites.

-estoy en la cama, me he dormido. No tengo ganas de levantarme tampoco y aunque lo hiciera ya no llegaría a tiempo.

-ah! Bueno. Solo acertó a decir.

-Mira no te preocupes dale todo los papeles que llevas encima, si hay suerte y te toca el chico no tendrás problemas. Si es la mujer lo siento por ti pero aunque yo hubiera ido esa es un hueso duro de roer y te hará volver otro día. De todas formas si te dejan, (cosa poco probable por como son allí) pues me llamas por teléfono y hablo con ellos.

-vale, muchas gracias y perdona por despertarte.

Después de unas carantoñas, mimitos y demás nos levantamos, desayunamos y me llama Lili,

-Hola, ya has vuelto

-hola, si pero me voy otra vez, lo siento es que ya te dije que me costaría lo de darle clases a tus niñas. No sé cuando podré otra vez.

-Bueno no te preocupes, te llamaba por otra cosa, mi marido quiere ir al médico, cada vez se encuentra peor, la seguridad social no sirve, siempre dando largas y ya sabes los compatriotas que se han regresado al país porque aquí no hacían nada y allí les han diagnosticado cosas muy graves. Además las esperas son muy largas, pero antes de tomar la decisión de irnos también nosotros hemos pensando que tú nos busques un buen médico privado y probar aquí.

Pos vale. Los problemas con la salud son diarios y abundantes, a veces creo que debería abrir una clínica para ellos, otras veces que debería irme lejos muy lejos y desaparecer.

La hermana de T. te ha ido ya a la capital para ese tema tan doloroso. Aunque en principio me habían dicho que fuera con ellos en la furgoneta al final han decidido bajar antes y me han dicho que si yo puedo ir en el autocar que ellos me pagan el viaje, no les he pedido dinero, en realidad yo nunca pido. Sé que para un chino un favor es algo que agradecen mucho y que se empeñarán en pagarme, (aunque sea con manzanas y plátanos que yo repartiré porque son demasiados y no me da tiempo a comer), porque no se pueden acumular favores.
Pero por otro lado yo no lo hago por dinero. Sé que no soy imprescindible, en otros momentos si, pero para esto no. Por eso le he preguntado a ella si de verdad desea que vaya. Y me he dado cuenta de lo segura que se siente cuando yo estoy y del miedo que les da cuando nadie les explica nada, aunque los médicos digan, no hay problema, vienen extranjeros todos los días, no les va a pasar nada, no es necesario que vengas.

Recuerdo las veces que yo jamás habría ido al hospital aún estando enferma, que me aguantaría sin decir nada por miedo. Y que si entonces hubiera alguien que supiera hablar mi idioma hubiera sido todo diferente. Si que es cierto que las adversidades te hacen más fuerte, pero ¿para qué ser más fuerte? Echo de menos tener miedo, echo de menos tener a alguien en quien apoyarme y llorar, echo de menos temblar de emoción al descubrir sensaciones. Echo de menos la inocencia. Pero solo algunas veces.
No puedo dejar de pensar que si mi presencia les calma, entonces ¿por qué no ir?