Hoy releía “Kokoro” : Primera parte, capitulo 23,
“Creo que esto les suele ocurrir más o menos a todos los que
regresan a sus casas en las vacaciones. La primera semana siempre son tratados
con mucho cariño y hasta mimo, pero, cuando se enfría esa etapa de entusiasmo
inicial, la familia se acostumbra a la presencia de uno y acaba por ignorarle.
Además, cada vez que yo volvía a casa, me traía de Tokio aspectos novedosos que
mis padres ni apreciaban ni entendían. Lo diré con un ejemplo clásico, era como
si trajera el olor del cristianismo a la casa de un confuciano. Por eso, lo que
traía conmigo nunca armonizaba con mis padres”.
Me he sentido identificada respecto a cuándo regreso a casa
de mi madre. Solo que yo diría: como si trajera el olor del taoísmo a la casa
de un cristiano.