domingo, enero 07, 2007

5 de enero de 2007

A las once menos cuarto he salido de casa. Como todas las mañanas los trabajadores del restaurante que se encuentra en los bajos de nuestro edificio, estaban alineados en filas dispuestos a recibir instrucciones. Todos los días hacen lo mismo. Una persona, supongo que es la encargada, se pone al frente y empieza a dirigirlos. Primero les pone firmes, luego les hace revisar su indumentaria, empezando por pedirles que revisen que los cuellos de los polos que llevan puestos, para comprobar que no lo llevan torcidos.
Me he parado un momento a observarles, porque para mi es una atracción más, algo que no se puede ver en mi país. Algunos les da un poco de corte que este mirando, lo noto porque me miran de reojo y sus movimientos son algo mas torpes. Ante su incomodidad he pensado que es mejor seguir mi camino.
Voy a zhuhai, solo se tarda una hora en barco. Para ir al puerto a coger el barco, solo tengo que seguir todo recto hasta el final de la calle, pasando a través de un montón de mendigos lisiados o deformes, además de algunos ancianos que te suelen perseguir con una cacerola de metal en la que hay unas monedas que hacen tambalear sobre la misma para meter ruido con ella y llamar nuestra atención.
-no les des, nunca les des, sigue siempre de largo ignorándoles, es el consejo de la abuela de mi hijo. Si les das lo fomentas y cada vez más gente se dedicará a eso.
Al principio parece muy difícil no dar, cuando les ves, sin piernas, sin brazos. Sin embargo, cuando se ponen pesados y exigentes, persiguiéndote por las calles sin descanso se hace cada vez más fácil.
Me he acostumbrado a pasar entre ellos sin mirarles, ignorándoles. Y solo me apetece dar a aquellos que están a un lado y simplemente se limitan a pedir, sin perseguir.
Hoy han venido hacia mi dos mujeres, una sin brazo y la otra con muleta y una sola pierna. Las dos venían al mismo tiempo, pero no les ha dado tiempo ni a pedirme. Una al ver que iban a por la misma presa, le ha puesto la zancadilla a la otra. Ésta al caer le ha agarrado la pierna, se han enzarzado en una pelea, mientras el resto de los mendigos les increpaba y yo seguía de largo.
Muchos chinos se avergüenzan de estos mendigos. Un día estando en un parque sentada en un banco mientras mi hijo jugaba, se me acercó un viejo mendigo, nada mas acercarme la cacerola otro viejo sentado en un banco se puso a gritarle.
-fuera, fuera de aquí viejo. No le pidas, déjala, vosotros sois los que dais mala imagen de nuestro país.
El mendigo fue hacia donde estaba el otro y los dos se pusieron a discutir. El viejo sentado en el parque no hacía mas que decir que eran una vergüenza para el país. Un patriota supongo.
Y hablando de mendigos, la noche anterior me encontré de nuevo con la niña de la frase “gei wo yi ge money, 给我一个money”
Con su carita divertida, volvió a decírmelo.
-anda vete con tu madre le dije.
-no tengo padres, geiwo yige money. Volvió a decirme.
-pues si no tienes padres, deberían recogerte y llevarte a una escuela. Una niña de tu edad, (tendrá unos cuatro años, aunque por estatura aparenta menos), no debería andar a estas horas por la calle. Me miró algo mas seria, volvió su mirada hacia unos hombres que se encontraban reunido entorno a un puesto callejero de venta de salchichas. Y echo a correr hasta donde estaban ellos. Supongo que eran los que la mandaban mendigar.
La abuela de mi hijo me ha dicho que hace años incluso secuestraban niños de las zonas pobres rurales y se los llevaban a las zonas turísticas de otras ciudades, para ponerlos a mendigar. No sé si es cierto o no, pero si así, ella tendría razón de que en el caso de darles dinero se fomenta más. Porqués las mafias que se dedican a esto ven que así ganan más, seguirán haciéndolo. Y aunque por un lado sienta que mi corazón se endurece y no me gusta la sensación de que no me haya ablandado la carita de pena de una niñita pidiéndome una moneda. Por otro creo que si no estoy segura de si mi ayuda va a perjudicar más que a ayudar, mejor mantenerme al margen y no dar.
De nuevo una mujer se acerca a mí con una niña muy pequeña en brazos. Dame una moneda es para la pequeña. Habiendo estado sumergida en pensamientos sobre los mendigos le contesto lo primero que se me pasa por la cabeza.

- en mi país si te ven pidiendo con una niña en brazos te la quitarían. No se atreve a seguir insistiendo. Creo que si me quedara aquí mucho tiempo los mendigos me conocerían y ya no me perseguirían como hacen con todos los extranjeros que ven.
Sin embargo estás situaciones me siguen haciendo sentir mal. No quiero convertirme en insensible ante las desgracias de los demás. Pero tampoco soporto que otros se aprovechen de ellas para explotarlas.

3 comentarios:

Robo dijo...

Muy buena entrada y bastante ejemplarizante, dicho sea de paso.

Nuestra ética cristiana (no tiene nada que ver el hecho de ser creyente o no) occidental nos tiene el cerebro lavados, basándolo todo en la caridad la misericordia y el falso amor.

La abuela de tu hijo dice: "no les des, nunca les des, sigue siempre de largo ignorándoles", y, al contrario que nosotros, dudo que tenga remordimiento alguno o sentimiento de culpa por decir estas palabras. Efectivamente, dejarse llevar por los sentimientos ante una situación tan dura como la que describes fomenta su proliferación.

Por desgracia en Europa, el sentimiento de pena es mucho más poderoso que el de justicia. Y a mucha gente le gusta actuar ante los demás como héroes aliviando la pena que se nos muestra, aunque con ello fomenten la injusticia.

La pena es el punto débil de Europa y el que quizás termine llevándola a la destrucción, especialmente por creer que el resto de gente piensa igual que nosotros.

Aquel que sepa manipular el sentimiento de pena podrá hacer lo que le de la gana.

Robo dijo...

Y ojo, con esto no quiero decir que esté en contra de dar limosna ni se tenga que dejar de ayudar a esa gente, lo que quiero decir es que hay que estar muy pendientes de cuándo se están utilizando nuestros sentimientos como arma contra nosotros mismos.

Saludos.

hacernohaciendo dijo...

estoy segura de que no solo no tiene remordimientos, sino que además está convenciada que está actuando de la manera mas correcta.
Su hijo por el contrario, no puede evitar dar de vez en cuando. Por eso ella dice que al haberlo enviado a estudiar a España se equivocó.
Aqui aprendió muchas cosas que no debía. jajaja.

besos robo.